viernes, 31 de agosto de 2012

La poesía de Suzuki Masajo


Las navidades pasadas me regalaron un precioso libro de poesía japonesa, 70 haikus y senryûs de mujer, de Ediciones Hiperión. Se trata de una antología de tres poetisas que representan diferentes actitudes de la mujer japonesa ante su sociedad: Suzuki Masajo (mujer enfrentada a las normas), Kamegaya Chie (emigrante desarraigada con una fuerte influencia occidental) y Nishiguchi Sachiko (humilde campesina del Japón rural). En esta entrada, me gustaría hablar de la primera de ellas.



Suzuki Masajo (1906-2003) fue una de las poetisas japonesas más famosas y originales del siglo XX.  Comenzó el estudio del haiku en 1936, el mismo año en el que conoció a su amante y amor de su vida durante los siguientes cuarenta años. En 1957 rompe definitivamente con su segundo marido, con el que mantuvo una infeliz relación, y reinició su vida solamente con un futón y unas cuantas prendas de la dote de su primer matrimonio. Con ayuda de sus amigos (muchos de ellos escritores) abrió un restaurante en el barrio de Ginza en Tokio, “Unami” (olas de verano), el cual regentó personalmente todos los días hasta los noventa años. Recibió diversos honores por su obra literaria, entre los que destaca el Premio Dakotsu, considerado el máximo galardón en el mundo de haiku, en 1998 por su séptimo libro, Shimokuren (Magnolia púrpura).



Masajo rompió con la concepción clásica del haiku al emplearlo para declarar su pasión amorosa, por lo que ha utilizado en ocasiones el término romántico para calificar sus poemas. A diferencia del tanka, el haiku no se ha considerado tradicionalmente como forma adecuada para la expresión del sentimiento amoroso. Quizá por eso, la íntima poesía de Suzuki Masajo tenga cierto carácter transgresor. Sus composiciones están impregnadas de elementos personales y vitales que le dan a sus versos un aire de autenticidad; muchos de sus poemas se asemejan a confesiones íntimas.

Toqué mi pecho
y lo sentí tan frágil...
Mañana de otoño.

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Salvo algún hombre, 
nunca he robado nada.
Levanto la persiana de bambú.

Vida y poesía son una misma cosa en los poemas de Masajo. A través de sus haikus, desnuda abiertamente sus sentimientos, especialmente al escribir sobre la relación amorosa con su amante.

Las hierbas secas...
Hasta su color me daña los ojos.
He sido infiel.

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Un cojín para el esposo
que he tomado prestado.
Cielo nublado.

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“Morir ahora juntos...”
Me susurró al oído
una noche de luciérnagas.

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Bola de arroz hervido...
Hasta al hombre que amo
le estoy mintiendo.

También la vida cotidiana o las vivencias en su establecimiento pueden ser el eje de sus poemas, algunos de ellos con mucho sentido del humor; pero otros tal vez resulten bastante inquietantes.

El verde ciruelo
y una mujer tentada
por un plan perverso.

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El cuerpo de esa mujer
como el pescado que compró:
igual de frío, o más.

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Sirvo una cerveza
a un hombre
imposible de abrazar.

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Se hunde el cuchillo
en el melocotón blanco
como en un cuerpo.

9 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias!
    Se pasaron.
    Lo postearé en kaminohaiku.blogspot.com
    Soy un Haijin en Valparaíso.

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    1. Me alegro mucho de que te haya agradado el post. Como devoto del haiku, visitaré con frecuencia tu blog. Un abrazo.

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  2. Soy un aficionado al Haikú. Gracias por tan excelente regalo.

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    1. Gracias a ti. Comentarios tan amables son también para mí todo un regalo

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  3. Pretendo ser haiyin y esta publicación que rompe el haiku clásico deberás que pone en movimiento este estilo. Gracias por su contribución.

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  4. Pretendo ser haiyin y esta publicación que rompe el haiku clásico deberás que pone en movimiento este estilo. Gracias por su contribución.

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