sábado, 29 de septiembre de 2012

Qué tiene mi ginkgo de feo, que yo no se lo veo

Muchos aficionados suelen decir que un árbol concreto les metió en el mundo del bonsái. No tiene por qué ser el árbol más bello de su colección. En mi caso, el árbol que me enganchó definitivamente era tremendamente feo a los ojos de los demás, aunque nunca lo fue a los míos.

Hace unos cuantos años varios miembros de un foro, de cuyo nombre no quiero acordarme, nos reunimos para conocernos en Madrid. Como quedamos en Las Rozas, la visita a Laos-Garden, donde había bonsáis importados de Japón, era obligada. Había ejemplares preciosos y para todos los bolsillos; pero a mí me llamó la atención un ginkgo de casi 50 centímetros a un precio bastante razonable. Su forma era extraña. El árbol tenía vestigios de un acodo aéreo seguramente fallido; había en su tronco bultos, restos de musgo y raíces. Para un buen aficionado, ese bonsái carecía de interés; para un principiante muy principiante como yo, ese ginkgo me ofrecía un montón de posibilidades. Así que se vino conmigo.

Aquí aparecemos Susana, Juanma y yo en Laos observando las rarezas del ginkgo.


Detalles de los bultos y de las raíces del acodo fallido.





Recuerdo que cuando enseñaba al ginkgo, los amigos del foro se reían mucho de mí. Ellos veían un árbol monstruoso y yo veía lo que quería ver: los comienzos de un árbol distinto. El cambio de tiesto le sentó estupendamente.



 A diferencia de otros ejemplares que tengo de su misma especie, ramifica bastante bien. Al principio tuve claro que no quería para este árbol el clásico estilo vela. Para cambiar la dirección de las ramas finas utilizo alambre, pero para ramas más gruesas prefiero tensar con hilo de bramante.


En otoño no hay ningún ginkgo feo.


Actualmente pretendo recuperar cierta forma ovalada que había perdido y que ahora me parece más natural para esta especie (aunque no he acertado mucho con la poda de este año). También quiero que el árbol tenga un desarrollo compensado en todos sus frentes.

Foto de frente:


De lado:



Vista trasera:


También pretendo sacar partido de sus defectos. El gran corte en la parte frontal puede ser el comienzo para un futuro saba-miki que dé un aspecto envejecido al árbol.


Incluso algunos defectos me encantaría que se vieran, como algunos bultos, que recuerdan los chi-chi de los ejemplares viejos.



No sé. A lo mejor algún día consigo que los demás veáis a mi ginkgo como yo lo veo.

6 comentarios:

  1. Hola quico,como dice el refrán "ninguna mujer es fea por donde ...."
    Yo no soy muy de ginkgos pero todo lo que le aporte carazter a un árbol hay que potenciarlo,así que animo.

    Un abrazo campeón,por cierto ¿donde está el boton para seguir tu blog?

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    1. Hola Jesús. Vaya, para un comentario que tengo y se pasa un mes sin que lo vea. Me alegro mucho de que hayas encontrado mi blog. Gracias por tus ánimos, que se que los ginkgos no te hacen mucho "tilín".

      En cuanto al botón que dices, ni idea.

      La siguiente entrada trata de un viejo amigo. Espero que te guste. Un abrazo.

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  2. Como ha cambiado el ginkgo!!!! que buenos recuerdos me trae, gracias Quico.

    Susana (con mi perfil de blogger)

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    1. El ginkgo está muy bonito. Hace un par de semanas brotó a lo bestia y se parece muy poco al que compramos en Laos. Perdona que en la foto del blog el árbol te tape la cara, pero no tenía otra de ese momento...Besos a toda la familia

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  3. Mira que es feo el arbolito... :P

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    1. Pero no más feo que quien cuida de él. Eso también ayuda a que lo vea con buenos ojos.😉

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