martes, 31 de julio de 2012

Alcornoque en estilo balsa

A finales de invierno de 2010, me encontré paseando por la Sierrilla de la Mosca un alcornoque joven tirado en la hojarasca bajo uno más viejo. Parecía tronchado en la base y tenía algunas ramas secas junto a otras que se conservaban todavía verdes. El tronco era llamativo ya que tenía una buena corcha a pesar de la juventud del árbol y un par de curvas al comienzo. Supuse que algún animal (un jabalí grande o un humano con pocos escrúpulos) lo había derribado.

Traté de ponerlo en vertical para observarlo mejor y el árbol me mostró algo que no me esperaba.  El alcornoque para alimentarse había desarrollado algunas raicillas en una de las curvas, además de las base del tronco, que no completamente tronchado; aquello era un acodo producido de forma natural. Como había roto buena parte de aquellas raíces al levantar el tronco, decidí llevármelo a casa.

Lo puse en una maceta de entrenamiento en la misma posición en la que me lo había encontrado para aprovechar todas las raicillas que conservaba. Afortunadamente, los alcornoques no tienen los problemas para arraigar de las encinas. A mediados de primavera empezó a brotar con fuerza y supe que había superado el trasplante cuando vi que había llegado sano al otoño.







Este pasado mes de febrero trasplanté el alcornoque a una maceta ovalada. Con las curvas que posee el tronco no hubiera quedado nada mal si lo hubiera plantado en vertical, pero me pareció más interesante conservar el estilo balsa que había desarrollado en la maceta de entrenamiento. Además, esa era la posición en la que me lo encontré originalmente. También vacié el extremo del árbol para dar mayor sensación de tronco viejo caído. Todavía le falta mucho que mejorar, pero es un proyecto que me gusta mucho y que tiene su pequeña historia.




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